El papa Francisco se convirtió ayer en el primer jefe de la Iglesia católica en participar en la cumbre de las siete democracias más ricas del mundo (el G7), en la que los líderes pidieron a China que deje de suministrar componentes de armas a Rusia.
Francisco, de 87 años, llegó a Borgo Egnaza, un resort de lujo en la región de Apulia, en el sur de Italia, donde se celebró la cumbre del G7 (Alemania, Canadá, EU, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido). Ante la anfitriona y primera ministra italiana, Georgia Meloni, Francisco calificó la IA de “instrumento fascinante y tremendo”. Además de Joe Biden o Emmanuel Macron, le escucharon los presidentes brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva y el argentino Javier Milei.
“En un drama como el de los conflictos armados, es urgente replantearse el desarrollo y la utilización de dispositivos como las llamadas armas autónomas letales para prohibir su uso”, afirmó el jerarca católico.
El G7 también lanzó duras críticas a China para que deje de enviar componentes de armas a Rusia.
La cumbre tampoco estuvo exenta de polémica por la ausencia en la declaración final de una referencia directa al derecho al aborto.
Putin emite un “ultimátum”
El presidente ruso, Vladimir Putin, afirmó que negociará la paz con Ucrania si Kiev retira sus tropas de las regiones que Moscú reivindica y renuncia a integrar la OTAN, algo que su par ucraniano tachó de “ultimátum” al estilo de Adolf Hitler. Mientras, los países de la Unión Europea llegaron a un acuerdo de principio sobre los marcos de negociación para la adhesión de Ucrania y Moldavia a la UE y las primeras conferencias intergubernamentales con ambos países está previsto que se celebren el 25 de junio.
Agencias