“No somos el problema, somos la solución. Luchamos por una educación que nos enseñe a pensar, no una que nos enseñe a obedecer”, fueron algunas de las consignas escritas a mano en carteles por cientos de miles de jóvenes protagonistas ayer de una histórica e imponente marcha, la mayor en esta capital, donde se calcula la participación de 700 mil personas, y más de millón y medio en todo el país, en rechazo a la vulneración de los derechos constitucionales y la desfinanciación de la universidad y la educación pública, además del ajuste que ya resulta intolerable para el pueblo, que aplica el gobierno del presidente Javier Milei.
Desde media mañana comenzaron las movilizaciones; llegaban desde el Gran Buenos Aires y la provincia los trenes llenos de jóvenes que pronto fueron multitudes en las estaciones más populares, como Constitución y Plaza Once, y que volvieron inútil la presencia de decenas de policías y equipos de represión, imposibilitados para actuar.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, no pudo mantener el protocolo antipiquetes y tuvo que retirar todo lo que preparó para la represión; de nada sirvieron sus amenazas, ante lo que una mayoría de analistas consideran que lo que sucedió fue un verdadero plebiscito, incluso por la diversidad de organismos y partidos políticos que acompañaron a los estudiantes.
Todo fue expuesto en esta marcha pacífica pero cotundente, no sólo por lo que sucede en las universidades, cuya lucha comenzó con las clases públicas, que conmovieron a diversos sectores de la sociedad, sino que fueron expuestas las medidas del gobierno condenando a la desesperación, la marginación y el hambre a 60 por ciento de la población, mientras entrega el país a potencias extranjeras.
Fue una respuesta incluso a lo anunciado antenoche por el ultraderechista Milei, quien se jactó de haber logrado la mayor recuperación del déficit fiscal, la más importante de todo el Occidente, y calificando de patriotas a los autores de las medidas, que desregularon todo destruyendo lo construido democráticamente a lo largo de la convulsa historia nacional e intentando desaparecer uno de los mayores símbolos de la inserción de Argentina en el mundo: la educación.
La marcha fue de cientos de miles de jóvenes, acompañados por organismos de derechos humanos encabezados por las Madres de Plaza de Mayo, la Confederación General del Trabajo, las centrales de trabajadores argentinos y más movimientos sociales, partidos políticos, como el peronismo, los sectores más importantes de la Unión Cívica Radical, socialistas y partidos de izquierda radicalizados. Fueron superadas todas las expectativas, como una respuesta más a lo que sucedió con los cacerolazos en muchos barrios, en protesta antenoche por los anuncios de Milei.
Taty Almeyda, en representación de Madres de Plaza de Mayo, abrió el acto. Fue largamente aplaudida por la multitud que dejó oír una frase que no se escuchaba en estos tiempos y es muy importante: Madres de la Plaza, el pueblo las abraza, también como desafío a un gobierno que intenta terminar con los organismos de derechos humanos.
La vicepresidenta Victoria Villarruel, quien defiende lo actuado por la pasada dictadura militar (1976-1983), solicitó se investiguen las indemnizaciones que entregó el Estado durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández a familiares de desaparecidos, convalidadas por el Congreso en su momento.
Hito histórico
La marcha fue considerada un hito histórico ante la intención del gobierno no sólo de acabar con las universidades y escuelas públicas, sino también con todos los organismos e instituciones de la ciencia y la cultura aquí y en todo el país, y hambrear al pueblo. La educación nos salva y nos hace libres, fue otra de las consignas más escuchadas.
En el cierre del acto, una dirigente de la Federación Universitaria Argentina leyó el documento consensuado por los rectores nacionales, bajo el título: Universidad pública base de la democracia y el desarrollo social, en el cual se refieren al momento crítico por el que atraviesan, agradeciendo las manifestaciones de la sociedad en apoyo del sistema universitario público.
Al paso de la marcha también se escuchó: La eduación no se vende, se defiende. Los lápices nunca van a dejar de escribir. Sin educación no hay futuro. Sin presupuesto no hay educación.
Los rectores agregaron que es indispensable mejorar de manera urgente la situación de los jubilados que atraviesan otro periodo de pérdida salarial, y que se restituyan de inmediato los organismos de defensa de los fondos educativos para toda la docencia.
Rechazaron la política de ajuste y disciplina. La comunidad universitaria se organiza, resiste y se solidariza con todos los sectores que hoy atraviesan una situación similar o peor por afrontar despidos masivos, recordando que creemos en la capacidad igualadora de la educación pública y gratuita, en el poder transformador de la Universidad como formidable herramienta de movilidad social ascendente.
Defendieron la producción científica. Los problemas se resuelven con más educación y universidad pública, con más inversión en ciencia y tecnología. Queremos que nuestras instituciones sean el dispositivo que permita a Argentina desandar las desigualdades estructurales y emprender la senda del desarrollo y la soberanía.
Agencias.