EL CHAYO SANSORISTA.
Vaya exhibida la que el Director de Comunicación Social del Gobierno del Estado, Walther Patrón Bacab, le puso a los “periodistas” campechanos que la administración de la gobernadora Layda Sansores San Román tiene maiceados… que diga, con quienes tiene construido sendos convenios de colaboración y cobertura informativa.
Es bien chévere, como dicen los buenos hermanos yucas, porque Laydita, desde el inicio de su gobierno, se la pasó hablando y hablando de los medios chayoteros que existen en Campeche, y todo aquel que se atreviera a publicar algo contra su gobierno, a criticar sus políticas públicas, su falta de inversión en obra pública, y el que no se ven por ningún lado los 70 mil millones de pesos de presupuesto con que ha contado desde que llegó al poder hasta la fecha, porque entonces eran periodistas chayoteros al servicio del PRI, de Alito, de Elito o de la mafia del poder.
Pero Patrón Bacab mostró que Layda no tiene límites cuando se trata de consentir a la prensa… a la prensa que habla bonito del laydismo, a la que no da cobertura a la policía en huelga, a que la ataca a la Alcaldía y a los naranjas, a la que defiende a capa y espada a Gerardito, a la que se hace de la vista gorda ante la falta de resultados…
Pero no, señores, no se crean, eso no es chayo, eso es un justo reconocimiento a los verdaderos periodistas, es una compensación a los profesionales de la información, es un premio para quienes mantienen la ética periodística y no se desvían por las dádivas del poder. No es un chayo, es un apoyo, porque este gobierno apoya a todos.
Qué ganas de hacer la lista de esos periodistas, no para exhibirlos, no, cómo creen, sino para ayudar a difundir su prefesionalismo y su ética que los llevaron a recibir esos premios y apoyos de las mismísimas manos de Layda Sansores.
Qué enorme reconocimiento, qué distinción, qué orgullo que ese puñado de periodistas, a quienes en el pasado Martes del Jaguar les dieron cena y un cheque por 10 mil pesitos, hayan sido los dignos representantes del gremio periodístico campechano en el festejo de la Libertad de Expresión. Qué bueno que hayan sido solo aquellos que nunca critican salvo a los opositores al gobierno.
Fue bueno ver, por ejemplo, entre esos personajes selectos, al representante de la mayor televisora de este país, apretando con orgullo las manos cálidas de quien recibió esas palabras casi mágicas de: Qué bueno que tú no eres del chayote. Pero también hubo medios ‘chiquititos’, esas páginas recién creadas sólo para golpetear a los de enfrente, que nadie sigue, pero que todos los medios y el personal de confianza del Gobierno del Estado está obligado a compartir. Está esa parejita que se cree influencer, que transmite entrevistas que nadie ve, que fue creada previo a la campaña de 2021 con el apoyo de la hoy oposición pero que se le hizo muy muy fácil cambiar de aires y de bando.
Y luego a mí me dicen Barbanegra como si fuera sinónimo de pirata, ladrón y delincuente.
EL ADIÓS DE RENATO.
Finalmente, Renato Sales Heredia se fue de la Fiscalía General del Fstado de Campeche. Lo quería hacer desde hacía mucho. Cuando pactó con la entonces candidata Layda Sansores San Román, a cambio del apoyo del grupo ‘Renacer’, logró que la morenista se comprometiera a hacerlo candidato de Morena a la Alcaldía de Campeche y, de fracasar, como era probable que ocurriera y finalmente ocurrió, tendría un lugar en el gabinete estatal, a todas luces como fiscal.
Pero hasta allá. Nunca estuvo sobre la mesa lo que ocurriría en las elecciones del 2024 y Layda, presionada por los llamados “puros”, no lo consideró para ninguna candidatura pese a la insistencia de Sales Heredia, quien quería irse cuanto antes de la Fiscalía.
El desencanto de Renato de ocupar ese puesto fue casi de inmediato cuando le presentaron a quien sería la secretaria de Seguridad, Marcela Muñoz Martínez, aunque nunca imaginó el grado de sometimiento al que estaría obligado.
Al inicio de la administración, aún se veía a Renato animado. El futuro era promisorio. Incluso todos recuerdan ese ridículo episodio que hizo que Sales cayera de la gracia de muchos campechanos y perdiera el respeto que le tenían otros tantos, cuando se puso a bailar la canción del jaguar y a arañar con sus manos a sus vecinos de baile.
Pero tampoco duró tanto. Pronto se dio cuenta de que quien en realidad mandaba era Marcela: Toda su capacidad técnica, todo su conocimiento de las leyes, todo su prestigio, todo su orgullo intelectual quedaba reducido a polvo cuando la guanajuatense tenía opiniones distintas a la suya. Y cuando algún altercado hubo y Layda tuvo que intervenir, ¿a quién creen que apoyó?
Y Renato aguantó. Cedió casi todo el tiempo. Incluso estuvo dispuesto a tergiversar la ley con tal de avanzar en los intereses políticos del gobierno laydista. Pero todo tuvo un límite.
Cuando el proyecto se dirigía a que la Policía Ministerial a cargo de Renato Sales sea la que entre por la fuerza a las instalaciones de la SPSC para recuperarlas de manos de los policías huelguistas, episodio que podría terminar muy mal, Renato no dudo: No cuenten conmigo.
Y no lo hizo por mucha rectitud que digamos. Ya se había demostrado que no tiene empacho en transitar por las fronteras de lo legal y lo éticamente cuestionable. El fiscal sabía que si ocurriera una desgracia la culpa sería directamente suya, no de Layda, no de Marcela, la sociedad lo señalaría a él y su carrera y su prestigio estarían irremediablemente perdidos.
Por eso, cuando le vino la noticia de que podrían requerirlo en la Ciudad de México, Renato no lo pensó dos veces. O quizá fue él ismo quien pidió a Layda que mejor le busque un espacio con Claudia Sheinbaum o con Clara Brugada, para que ella use a la Fiscalía como quiera sin que Renato y sus intereses personales no sean un obstáculo.
MORENA, EL IMPOLUTO PARTIDO.
Es para cajetearse de la risa la “estrategia” de Morena para denunciar fraude electoral, transas, compra de votos, mapachería y todo tipo de delitos electorales, en aquellas elecciones, y sólo en ellas, en las que no ganó.
Y eso no pasa solamente en Campeche. Es un tema nacional. Ocurre también, por ejemplo, en Jalisco, donde el partido guinda acusa al instituto electoral de fraude y de operar en favor de Movimiento Ciudadano y su candidato electo, Pablo Lemus.
Pero aquí en Campeche no se queda atrás: Morena impugnó los distritos locales 4, 5, 6, 7 y 18, ganados los primeros por MOCI y el último por el PRI. Impugnó también las alcaldías de Calkiní, Dzitbalché, Hecelchakán, Campeche y Hopelchén, donde también ganaron los naranjas y los tricolores.
Para Morena, no es que los campechanos no hayan votado por ellos, sino que MOCI y el PRI se robaron la elección mediante la compra de votos o la coerción de funcionarios electorales.
Y decimos que es ridículo porque es de dominio público, en las colonias y en las comunidades, entre los ciudadanos de a pie, qué partidos y qué candidatos recurrieron a esas viejas prácticas y, sobre todo, qué partido y qué candidatos tienen el dinero suficiente para operar una elección de esa manera.
Que Morena venga ahora a denunciar compra de votos es como decir que MOCI hizo un gran trabajo y ello le deparó el triunfo en donde ganó el 2 de junio.
Morena y Layda tiene que entender una cosa: Si perdieron muchos pero muchos espacios en las elecciones, o al menos no ganaron en tantos como pensaron, es porque miles de campechanos emitieron un voto diferenciado porque decidieron castigar no al partido del Presidente, sino al partido y a la gestión de la gobernadora.
Morena en Campeche no quiere entender que retener a Marcela y maltratar a los policías fue el peor error político-electortal que pudieron cometer. No quiere reconocer que la falta de resultados de gobierno, la falta de empleo y el abandono del sistema de salud son temas que los campechanos tomaron en cuenta al votar.
Por eso da risa que sus impugnaciones sean por esas acusaciones. Existe más documentación de los delitos cometidos por Morena que por los demás partidos. Y existen más evidencia de que funcionarios electorales e incluso el Consejo General del Instituto Electoral del Estado de Campeche (IEEC), presidido por Juan Carlos Mena Zapata, operaron más en favor de Morena que en favor de cualquier otro partido.
Es el mundo al revés.