Por: Francisco López Vargas
Cualquiera diría que Morena no ganó con suficiencia la elección del pasado 2 de junio. Sus reacciones, sus actitudes parecieran las de aquellos que la satisfacción por la victoria no les alcanza para festejar porque temen que alguien les arrebate lo que ya ganaron.
¿A qué le tienen miedo? Es como aquel que sabe que ganó con trampa, que usó todo el dinero y amenazó e intimidó para ganar, pero no quiere que nadie se de cuenta y menos que le reclame.
No lo entiendo. No hay grandeza en la victoria, al menos no de Morena que ya celebra que aunque ganó el 54 por ciento de las diputaciones necesita que le den el 75 por ciento de legisladores porque sin ellos no logra aplastar a sus adversarios antes que convencerlos.
Las chicanadas que hacía el viejo PRI palidecen ante lo que Morena está haciendo: arrebatando de mala manera, pateando al adversario en el piso y torciendo o retorciendo la interpretación de la ley porque “para eso ganamos la mayoría”, esa que pareciera no le es suficiente.
Los tiempos en que se aprobaba el presupuesto sin que lo supiéramos, que se ejercía sin que nos rindieran cuentas en obras que jamás pedimos y menos nos informaron, cuando las leyes nos amanecíamos con que había entrado en vigor o ya las habían cambiado pensé que los habíamos dejado atrás y que no regresarían.
El país bananero que fuimos el siglo pasado pensé que lo empezamos a remontar en 1997 con las mayorías absolutas ya eliminadas en el Congreso con las negociaciones políticas para ponerse de acuerdo y generar acuerdos que le dieran una nueva cara al país con la inclusión de todos, sobre todo de aquellos que por sexenios estuvieron proscritos y vivieron en la clandestinidad.
Es increíble que no se entienda que como país somos socios comerciales de los dos países de América que junto con México firmaron un acuerdo comercial, y que acordamos respetar y revisar para sostenerlo por los beneficios que significa para todas las partes. Seguridad jurídica, que le llaman, que no está sujeta a los caprichos y venganzas personales de ni uno solo de los socios que, como presidentes, entienden que los acuerdos si signan como país, como representantes legítimos del Estado.
Sin embargo, lo que sucede hoy en Estados Unidos, cuya elección será en noviembre próximo, pareciera que evitará se le ponga atención a este cambio de reglas que el país pretende hacer sólo porque la Corte no se doblegó a las pretensiones anticostitucionales del presidente, aunque los principales diarios del vecino país le han dedicado muchos espacio a una decisión que pareciera irreversible aunque aún queda la esperanza de que al calificar la elección y hacer la designación de plurinominales se pueda evitar que la reforma tenga los suficientes votos para hacerla realidad, como pretende López Obrador al imponer la sobrerepresentación de Morena en ambas cámaras.
Mike Pompeo, quien fuera secretario de Estado de EU en la presidencia de Donald Trump, pinta un negro escenario para México si se aprueban las iniciativas constitucionales promovidas por el presidente López Obrador, en particular la referente al Poder Judicial.
En un artículo publicado en el diario The Wall Street Journal, el republicano consideró que las reformas constitucionales enviadas por AMLO alterarán la relación bilateral con Estados Unidos, provocarán caos en la frontera y probablemente iniciarán una guerra comercial.
Opiniones como las de Pompeo se han replicado en Londres, Washington, Ottawa por personajes cuya capacidad de análisis y conocimiento políticos y económico no está en duda.