Por: Francisco López Vargas
En el debate presidencial los mexicanos salimos perdiendo, pero no es algo nuevo: una candidata nos habló de un país que existe sólo en la imaginación de ellos; otra no fue lo incisiva que se esperaba y el otro logró que, al menos, lo conozcan 11 millones de personas que no lo verían si sigue presentándose en universidades y haciendo el papel de esquirol del gobierno de Morena.
Pero la visión que tiene el autor no es la que refleja el presidente que lleva una semana manifestando en sus mañaneras un disgusto porque el debate se centró en las carencias que deja su gobierno y no hubo -quizá por inexistentes- mención los avances de su administración.
El disgusto presidencial contrasta con lo que él mismo manifestó el lunes después del debate cuando, sonriente, explicó que había salido muy bien y que era un ejercicio muy necesario. Sin embargo, el vocero del gobierno de 4T, el periódico La Jornada, colocó ese mismo lunes un micro editorial conocido como Rayuela en el que se leía: “¡Claro que tengo padre, sostenía la adorada mano: Si no cómo estaría yo aquí?”, en lo que se leyó como un reclamo por no reconocer la paternidad presidencial en la candidatura de Sbheinbaum a la presidencia.
La candidata acusó recibo y en sus mítines de ese mismo lunes y se dedicó a declarar que había defendido a la 4T, “con alma y pensamiento”, dijo y expuso estar contenta no sólo porque salió triunfante y porque defendió “al proyecto del pueblo de México”.
Sin embargo, la explicación no sirvió de nada. López Obrador salió ese martes a reclamar que el debate estuvo basado en críticas a los gobiernos. Publicó El Universal: El Presidente acusó que las preguntas del debate fueron hechas con la narrativa de sus opositores para atacar a su gobierno.
“Hace dos días en toda la narrativa del debate salió de lo que sostienen nuestros adversarios de los medios de manipulación, toda la narrativa del debate fue eso.“No reconocer nada, es la narrativa de los medios de información, las que utilizaron para hacer la pregunta del debate”.
Aun así no pudieron dejar mal, no habló del partido, siguió. Lo que se ha hecho del combate a la corrupción, todo fue a tabla rasa, las preguntas: cómo hacerle para enfrentar la gran corrupción que persiste que viene desde no sé qué gobierno como si nosotros fuéremos iguales, criticó.
El disgusto presidencial contrasta por mucho con la euforia que se respiraba el domingo y el lunes sobre el supuesto triunfo de la candidata corcholata sobre la opositora.
En los hechos, el país de los asesinatos, de los desfalcos, de la corrupción, del abandono en medicamentos y en salud estuvo presente en el debate y precisamente por ello el disgusto presidencial que se plasmó de nuevo, al día siguiente, en La Jornada, en Rayuela: Fue tanta la preocupación por ganar la batalla, que se olvidaron de los logros conseguidos por un fuerte liderazgo y muchos y leales profesionales, ¡que vaya que los hubo!
El enojo presidencial no dimensiona la supuesta festividad de la campaña de su candidata. Es como si los números que tiene el presidente del debate contrastaran con la “victoria” que se quiere ver. Pareciera que Sheinbaum no estuviera generando la aceptación que el presidente esperaba y ni siquiera le está dando gusto de reconocerlo como su mentor y menos de los logros de su gobierno mientras ella sólo pondera los propios –eso dice- como jefa de gobierno capitalino.
En los hechos, en el país se vive una estabilidad endeble por no decir ficticia: problemas y agravamiento de la situación en Guerrero, en Chiapas, Michoacán, Zacatecas, Sonora, Tamaulipas, Campeche, Quintana Roo, Veracruz, Ciudad de México, Colima, Tabasco, Sonora, Baja California, Estado de México, Puebla, al extremo de que solicitó la desaparición de poderes en Campeche, Guerrero y Guanajuato, dos entidades que encabezan los asesinatos y la primera por la inestabilidad política provocada por la revuelta de los policías, la huelga universitaria y la ausencia de proyecto de gobierno al extremo de que no hay obra pública y la entidad ha descendido drásticamente en seguridad y en desarrollo al extremo de ser el último en los registros de crecimiento y desarrollo económico.
El debate presidencial promovido por ley por la autoridad electoral, ha sido impugnado luego de que los comentarios y análisis que hablan de un formato aburrido, se contrató a una empresas para la producción televisiva que cometió muchos errores en el manejo de las cámaras y las tomas de los candidatos presidenciales.
Las peores críticas esa noche posteriores al debate fueron precisamente contra la candidata opositora que lució incómoda, desarticulada y nerviosa precisamente, según argumentó, porque las explicaciones y hasta los entrenamientos se dieron de una manera diferente a como se presentó finalmente el ejercicio.
Al fina, la gran perdedora del debate terminó siendo la candidata a la que se le acusa de ser un clón del presidente López Obrador quien le reclamó que no haya defendido a su gobierno, que haya permitido que el debate se centrara en los peores números de su gestión y acusó de haberlo armado con un criterio que no le concedió a su gestión un solo reconocimiento a su gobierno.
Quizá lo que se plasmó no fue más que la visión de sus gobernador que el país que él pregona es muy dificil verlo. Y faltan dos más…