Por: Francisco López Vargas
Claudia Sheinbaum ganó de manera contundente la elección presidencial y con ella buena parte del proyecto de Morena en el país. Nadie puede regatear el triunfo, pero si la diferencia tan abismal que es producto de una campaña adelantada y con el aparato del Estado a su favor.
Es como si la intención fuera aplastar, como si el viejo carro completo hubiera salido de la tumba del caduco régimen de 1997 para hacerse de nuevo realidad, en pleno siglo XXI, y se justifique lo que hacía ese viejo PRI del que tanto se quejó Andrés Manuel López Obrador y él terminó haciéndolo peor.
Sin embargo, tampoco podemos dejar de lado lo que pasó aunque en el oficialismo insisten en que ya ganaron, haiga sido como haiga sido, diría el clásico, y se niega a aceptar el fracaso de facto del gobierno de López Obrador.
Empero, quizá no se cambie el resultado final y aunque Sheinbaum haya aceptado la propuesta de desaparecer los órganos independientes, ella ganó y le conviene que su triunfo sea impecable, limpio y sin mácula aunque con sus actos acredite que la democracia la entienden sólo cuando ellos ganan y están dispuestos a arrebatarla.
La revitalización del partido hegemónico nos devuelve a los tiempos en los que es urgente y necesario limpiar la elección ante el tamaño de las evidencias que hablan de que una cosa dicen las boletas y otras el Programa de Resultados Preliminares. Las redes se inundaron de evidencias que deberían de aclararse, deberían de acreditar que no son iguales aunque las evidencias nos dejen claro que ellos quieren tener todo el poder. Boletas que aparecen con número y sección que hablan de datos distintos a los subidos al PREP.
La elección más grande de la historia tras una campaña, la más violenta que hayamos visto en el país, en la que el aparato del gobierno no sólo promovió a su candidata con dos años de anticipación sino que usó todos los órganos y medios dispuestos para la presidencia, para hacer una promoción anticipada en la que no se restringió, ni por mandato legal ni por pudicia, los excesos en el gasto ni en la violación de las mismas leyes promovidas por el propio presidente en su faceta de opositor.
El tamaño de la duda surgida este dos de junio es el mismo que denunció Marcelo Ebrard que le sucedió a él como aspirante a “corcholata”, promovido y encabezado por el presidente desde la secretaría del Bienestar mientras los siervos de la nación que recorrieron el país intimidando a la gente con la anulación de los apoyos si no votaran por Sheinbaum, pareciera tuvieron éxito.
¿Cuándo vale que el presidente se meta en los comicios?, ¿cuándo que el crimen organizado amenace a los ciudadanos?, ¿cuándo vale usar el presupuesto público para favorecer a un partido?, ¿cuándo se puede marginar a quienes no piensan como el gobierno y éste de su obligación de serlo para todos?
No, la elección no ha dejado satisfechos a todos como no lo ha hecho un gobierno que privilegió sólo a quienes estaban de su lado.
No, Andrés Manuel debe entender que a pesar del triunfo su gobierno fracasó en dar resultados y si bien no le costó su gobierno fallido, a cientos de miles de mexicanos sí y la realidad les ha dicho a una porción que la vida es de resultados, no de cariños, y que se elige al presidente para resolver problemas de todos no para dejar sin freno sus odios y venganzas personales y atreverse a falsificar licencias y otros documentos sólo para mantener en prisión a sus adversarios, a los que se atrevieron a estar en desacuerdo con su proyecto o a exhibir su corrupción.
Claudia Sheinbaum habla de sus resultados en el gobierno capitalino, pero tampoco puede dejar de verse lo que le ha costado a los capitalinos el desprecio por el mantenimiento y la inversión en la radicalización de la política, el uso de la fiscalía como instrumento de amedrentamiento de opositores y de quienes no se pliegan a los caprichos del gobierno.
Sheibaum ha acreditado tanto como jefa de gobierno como en campaña que es una mujer autoritaria, intransigente e impositiva. Ojalá como presidenta sea magnánima porque con todo el poder puede darse el lujo de ser buena gente y negociar para devolverle al país el arte del consenso y de la política para beneficio de todos, no sólo de sus partidarios.
Las inconsistencias
En el PREP de Yucatán por la gubernatura al 100%, se contabilizaron 851,839 votos totales, mientras en el mismo PREP por la Presidencia en Yucatán al 100%, se contabilizaron 1,161,537 votos, es decir 310,000 personas más votaron por la presidencial que por gobernador para un 38% de diferencia. Si comparamos el número de votos casualmente ese incremento se dividió todo a Morena y MC. Es decir supuestamente llegaron 310 mil personas a solo votar por la Presidencia y no por gobernador. De ellos nadie votó por Alianza PAN-PRI, Nueva Alianza.
En Campeche, el candidato de Movimiento Ciudadano, Christian Ganzo, se refirió a las inconsistencias en el 76 por ciento de las casillas del Distrito Uno Federal de Campeche. En el país se encontraron 1,880 casillas zapato en Chiapas, Tabasco, Oaxaca, Guerrero donde la presencia del narco es alta y no hubo un voto a favor de los opositores y aparecen todos a favor de Morena y aliados.
La lista de las irregularidades es abrumadora, la relación de atropellos en campaña llegó a extremos de asesinar a más de 70 candidatos y aspirantes. López Obrador no cumplió con generar un clima de paz y de certeza para la elección. Los cerca de 90 muertos diarios siguen siendo norma.
Quienes ganaron deberían ser los primeros en desear que la elección se limpie, sólo así podrán ser electos legítimos y esa legitimidad confirmada y acrecentada con actos de gobierno, con la aprobación ciudadana.
En Yucatán, el tufo de la traición de Mauricio Vila sigue flotando en el ambiente. En su columna del pasado miércoles, Carlos Loret habla de que su pasarela por el cargo en el gabinete se ve sólida al haber perdido Yucatán y haber sido un gobernador dócil y colaboracionista con el presidente López Obrador. ¿La derrota en la elección local debe ser vista como una inconformidad social a pesar de los resultados del gobierno de Vila?, ¿Renán fue un buen candidato?, ¿Vila si vendió la elección sacando las manos?
Las dudas debemos despejarlas para bien de todos aún para aquellos que no creen en la democracia y quieren desaparecer el INE, el Tribunal Electoral y la Suprema Corte de Justicia: desaparecer los contrapesos al poder. No lo permitamos, aclaremos la elección, limpiemos las dudas.