Por: Francisco López Vargas.
Lo que decía el ex ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea sobre la embestida orquestada por la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña, resultó ser un boomerang que se regresó a quien lo lanzó abusando de su cargo al frente del máximo tribunal del país presionando a jueces y magistrados.
Hasta ahora, tres de esos jueces y magistrados han narrado con lujo de detalle como, violando la independencia de cada uno, Zaldívar envió a su halcón para amedrentarlos, para abusar del poder presidencial y de él e inducir los criterios judiciales para favorecer al Ejecutivo en sus abusos y en su manipulación legal.
Cuando uno no quiere dos nos se alían, pero Zaldívar, el abogado de los bancos en el caso del Fobaproa, se alío con el poder Ejecutivo y, en los hechos, vivimos de 2018 hasta 2024 un gobierno en el que en su primer tercio lo dominó por completo el Ejecutivo y en el segundo se logró nivelar parcialmente la autonomía de los poderes legislativo y judicial y evitaron que la destrucción del México moderno se consolidara.
Si bien Morena y aliados ganaron 23 gobierno estatales, este 2024 será otro corte de caja –en el 2021 fue el primero- que definirá si los mexicanos queremos regresar 100 años en el manejo del gobierno o si regresamos al moderno que apenas habíamos empezado a construir en el 2000 cuando inició la transición democrática que truncamos a pesar de los avances que como país habíamos logrado, insatisfechos por la lentitud del cambio y la trapacería de los partidos.
Este 2 de junio, los mexicanos decidirán si la prueba de los gobiernos de Morena han sido benéficos para ellos y si México es un mejor país después de su ascenso al poder o, si como dice la evidencia diaria, dejamos de ser el país competitivo que fuimos y los derechos y las garantías han sido respetados por quien ofreció ser diferente.
En los hechos, México no avanzó en este sexenio. La población en pobreza extrema creció aunque eso no lo digan, creció la deuda externa e interna, creció la corrupción y se afianzó la impunidad, la salud está más comprometida que nunca igual que la seguridad se convirtió en un tema en muchos más estados, casi todos gobernados por Morena, que los que había complicados en el sexenio de Felipe Calderón, muy focalizados los asesinatos y el crimen en Tamaulipas, Chihuahua, Tijuana, y amplias extensiones de Guerrero y Michoacán. Hoy el 80 por ciento del país tiene presencia del crimen organziado.
El saque de la familia presidencial ha sido inaudito. La corrupción en el Tren Maya, en la refinería de Dos Bocas, en el Transitsmico, y el compra de medicias, en Segalmex, en la megafarmacia del Bienestar que sólo surte 2.7 recetas diarias a pesar de su costo multimillonario que nadie sabe donde está porque los medicamos llegan del ISSSTE y del IMSS.
Sin embargo, el tema central tiene que ver con la manipulación del Congreso donde se violan las normas legislativas una y otra vez lo que ha llevado al enfrentamiento con el Poder Judicial que ahora sabemos fue violentado por quien lo presidía para darle gusto al presidente y favorecer a su gobierno.
No, México no era un paraíso de honestidad, eficacia y buen gobierno, pero el grado de ineficacia, de despotismo en el trato, de manifestaciones de incapacidad, de corrupción, de autoritarismo, de agresión a la sociedad y la división que ha provocado este gobierno, no tiene paragón con lo que sucedía antes.
Los resultados los padecemos todos los mexicanos en mayor o menor medida, pero los apagones cotidianos, las masacres y las denuncias de desaparecidos y víctimas de secuestro aumentan todos los días.
Campeche sería el ejemplo más a la mano de la ineptitud de un gobierno que no sólo viola la ley sino que acredita un desprecio por los ciudadanos a los que debería de darle resultados. La violencia está desatada y las quejas por falta de empleo y de obra pública encabezan las exigencias de un pueblo que, lo sabemos, dependía en demasía de los recursos del gobierno federal y los campechanos en un 80 por ciento del empleo y las obras que proveía el gobierno. Hoy eso se acabó porque el presupuesto se ejerce para temas electorales, para favorecer al gobierno federal y sus megaobras, pero no para resolver el día a día de quienes llevaron a Layda Sansores al poder.
¿Gobierna?
Movimiento Ciudadano llevó a su candidato al poder en Nuevo León, pero de ahí a que gobierne la Sultana del Norte hay un trecho: no tiene mayoría en el Congreso, municipios más que el de la capital, y no hay dialogo político con la oposición a la que se acusa de las incapacidades del chamaco que vive de sus ocurrencias.
En Jalisco sucede lo mismo sólo que ahí quienes han ganado los comicios por ese partido en realidad son piezas del gobernador Alfaro y no de la dirigencia nacional cuya conducción mañosa trata de vender la idea de que ellos son el segundo lugar en la elección presidencial.
Máynez, como le dicen, es incapaz de llenar plazas, de realizar eventos que acrediten esa fortaleza de la que presumen y por ello sólo va a universidades donde los jóvenes están.
Lo peor es que Máynez es un metiroso, un tipo que cree que echarse los tragos es una buena escenografía para ganar adeptos, y que en los hechos está siendo usado por Morena para dividir en voto.
En Campeche, de nuevo el mal ejemplo, jamás Dante ha defendido a sus dos principales figuras a quienes se acusa de asesino serial y a la que le enfilan las baterías en contra de su gobierno bastante mediocre. Dante juega con Layda, son amigos y ambos saben que si Sheinbaum vivirán para ver como se destruye la democracia y los votos libres de México. Mejor no lo atestigüemos ni lo padezcanos. Seamos inteligentes, votemos por algo que sirva para evitar la destrucción del país en el que vivimos y será la herencia de nuestros hijos y nietos.