Por: MARGARITA ROSA ROSADO M.
Estamos llegando a un punto donde nuestra capacidad de asombro pareciera haber llegado a su límite. Y resulta que no, que la realidad vuelve a sorprendernos, o mejor dicho, el inquilino de Palacio nos sorprende otra vez, en esta ocasión al proclamar a los cuatro vientos que su “autoridad moral” está por encima de la ley, y que puede violarla cuantas veces quiera porque para eso es el presidente. Me cuento entre quienes nunca pensaron que un día oirían al presidente de México situarse paladinamente por encima de la Constitución, la ley, el Derecho y hasta del sentido de la decencia, sin pensar o sin importarle las consecuencias de sus actos.
Naturalmente, en este juego perverso de ver quién puede más, se entrega patente de corso a cualquiera, tanto a los de casa como a los de en frente. Por los de casa me refiero a las huestes obradoristas que se sienten autorizadas (si su jefe lo hace es porque es correcto, y deseable) a soltar a los perros de caza, desde mandar gente a las puertas del New York Times a gritar que “es un honor estar con Obrador”, o sea, el ridi elevado a la máxima potencia, hasta amenazar a periodistas, políticos de oposición y en general a todo el que se atreva a disentir del amado líder.
Pero en esta guerra sucia resulta que los de en frente no están mancos y ya entrados en gastos y abierto el caminito, si a teléfonos balconeados vamos, pues el nuevo deporte es dar a conocer otros, el de José Ratón, por ejemplo, o el mismo de la doctora. Pero para que el piso esté parejo, el número telefónico de Xóchitl también se dio a conocer, faltaba más. Solo que ¿qué creen? Que mientras los otros se apresuraron a cambiar sus números, Xóchitl anunció que lo conservaría y luego nos platicó que ha recibido miles de mensajes, cerca de 20 mil, de apoyo, simpatía y solidaridad que la alientan a seguir en la batalla.
Claro, desde luego que no podían faltar los mensajes de odio, mal se verían los chairos si no lo hicieran, qué va a pensar de ellos su amado líder, que no hubieron suficientes croquetas para ellos. Y Xóchitl los dio a conocer; no deja de sorprenderme lo poco originales que son los “haters” (entiendo que así se les llama a los que se dedican a mandar mensajes de odio), decirle que tiene kilos de más, por favor, está a la vista, ¿y? (Lucerito dixit). Como dijo el Papa Juan Pablo II cuando cuestionaron su gestión porque tenía no sé qué en las piernas: Por fortuna gobierno la Iglesia con la cabeza, no con las piernas. Así Xóchitl, nos va a gobernar con la cabeza, no con los kilos de más.
Me detengo en el siguiente mensaje de odio: que tiene los dientes chuecos. Hasta hace no muchos años, aun en las familias pudientes los defectos de nacimiento menores se quedaban así, no había costumbre de corregirlos. Pero si encima no alcanza para comer, ni quien piense en que los dientes están chuecos, los pobres se conforman con tener dientes, que ya es bastante. Supongo que ya joven, Xóchitl estaba muy ocupada en procurarse un patrimonio y una seguridad económica y no tenía tiempo ni podía distraer recursos para arreglarse los dientes (cuesta un lanal, no que yo lo haya hecho) y luego, cuando esa situación quedó atrás, ya no era tema (si es que lo fue).
Una persona segura de sí misma, de lo que vale como individuo, de su lugar en la vida, no está preocupada de si tiene los dientes chuecos o de qué van a decir por eso. Su oponente los tiene muy derechitos, se ve que a ella sí la llevaron al ortodoncista de chica (había con qué), lástima que no le sea suficiente, lástima que la dueña de esos dientes sea una calca de su jefe, lástima que solo sea capaz de repetir lo que dice el presidente y nos amenace con que hará lo mismo en caso de ser elegida.
Yo prefiero mil veces que nos gobierne Xóchitl, que tiene claro todo lo que hay que corregir en el país, que no es poco, que entiende que nos abruma la inseguridad, los feminicidios, los desaparecidos, el desastre en materia de salud, la bomba de tiempo que son las finanzas públicas y un largo etcétera, porque lo único chueco en ella son sus dientes. Xóchitl presidenta.