Por: MARGARITA ROSA ROSADO M.
Amable lector, lectora, espero que haya visto el debate que sostuvieron el domingo por la noche las candidatas a la presidencia de la República y el esquirol de MC. Si así fue, tendrá su opinión, le voy a dar la mía, no sin antes comentar que en las mesas de análisis que pueden verse en la tele o por internet, algunos opinólogos dijeron que les pareció flojo y aburrido. Yo, como dijo una de ellos, creo que vi otro debate porque me pareció de lo más ilustrativo. Me explico.
El debate sirve para varias cosas, para escuchar propuestas de gobierno y también para ver cómo se desempeñan, en este caso las candidatas, en un escenario de presión, con tiempo limitado y con preguntas previsibles mas no conocidas. En este ambiente, podemos saber sobre la personalidad y el carácter de una persona más de lo que ella se imagina. Y aquí es donde conocimos a la verdadera Claudia Sheimbaun, por si acaso no la conocíamos ya: soberbia, nunca mira a sus oponentes (no merecen ser vistos), nunca se dirige a ellos por nombre.
Tiene la arrogancia propia de quien ya se siente presidenta, así lo declaró hace unos días cuando dijo que el 2 de junio era un “trámite”. Para ella, que el electorado vaya a las urnas realmente no tiene importancia, a ella la ungió su amado líder y eso es lo que vale. Tan ya se siente presidenta, que en algún momento del debate dijo que no iba a responder porque no iba a afectar su investidura, ¡hágame usted el refabrón cavor! ¿La traicionó el subconsciente? ¿Creyó de pronto que ya era 3 de junio y el “trámite” ya había pasado? Si de investiduras hablamos, pues los tres que estaban ahí parados tienen la misma, ser candidatos(as) de sus partidos, formalmente son iguales aunque su calidad humana sea tan distinta.
Raro que Xóchitl no la llamara de nuevo la “Dama de hielo” porque eso parecía, con una expresión congelada en el rostro, que pretendía ponerse por encima del engorroso rato en que tiene que bajar de su pedestal para codearse con los humanos, que desde luego no la merecen. Por eso decía a cada momento que no se iba a rebajar a dar respuesta a los cuestionamientos que Xóchitl le hacía, algunos de ellos muy delicados y muy graves. Alcanzó a decir en algún momento su tan repetida frase del segundo debate: “pon tu denuncia”, como diciendo “esto no es conmigo”, pero quizá también porque sabe que no hay defensa posible ante los actos de corrupción de connotados morenistas, empezando por los hijos de YSQ.
Tan delicado como esa actitud arrogante y desdeñosa es la facilidad con que Claudia miente. Lorena Becerra, excolaboradora del diario Reforma, mencionó que le contabilizó más de 20 mentiras y que se le agotó el papel para anotarlas. O sea, estamos hablando de que la que aspira a gobernarnos, sin ningún rubor, con la mano en la cintura miente a su audiencia, miente al pueblo que tanto dice amar, maquillando los números ofensivos acerca de la inseguridad que campea por el país, con tal de quedar bien y hacer quedar bien a su amado líder, que seguro desde la comodidad de su palacio estaba tomando nota fiel de la actuación obsequiosa de su pupila.
¿Sabía usted que Claudia tiene una plaza en el Instituto de Ingeniería de la UNAM que prácticamente nunca ha ejercido? Lleva 16 años de licencias CON goce de sueldo, lo que le permitirá jubilarse con un ingreso desahogado. Por eso dice que sí se puede vivir sin trabajar. Ella lo hace, y la UNAM que lo permite.
Por último, no menos preocupante, Claudia, una vez más, nos dice a la cara, con todas sus letras, que abraza fiel, lealmente, los postulados, políticas y proyectos de ley del presidente. Que alegremente se prestará a destruir las instituciones, a colonizar la Suprema Corte, a terminar de someter al INE, a liquidar el INAI y todo lo que se le ponga en el camino hacia el autoritarismo y la concentración de poder.
Por si no la conocíamos, este último debate fue el remache para saber con quién tratamos. Así que si alguien todavía cree que hay otra Claudia escondida por los rincones, temerosa que alguien la vea, platicando con los ratones (perdón, ya estoy cantando La muñeca fea), esperando el 1º de octubre para darse a conocer, que no albergue esperanza de ver algo distinto en su comportamiento y en su actuación. Esta que vimos es la verdadera Claudia, soberbia, mentirosa y dispuesta a seguir construyendo la cuarta transformación con total apego al guion escrito por su patrón. No hay peor ciego que el que no quiere ver, ojalá veamos bien a la hora de votar.