Por: Héctor A. Gil Müller
El 8 de marzo, desde hace más de 100 años se conmemora el día internacional de la mujer. Lamentablemente aún se hace en un marco de retroceso y de violencia que se ha incrementado y en el que palidecen las acciones que algunos países han implementado. Cerrar la brecha que separa el progreso y desarrollo entre los hombres y las mujeres tomaría 132 años, esto es 30 años más que el cálculo que se realizó en el 2019 por la UNCTAD, órgano principal de la Organización de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo. En 2024 el día internacional de la mujer se realiza bajo el lema: “Invertir en las mujeres, acelerar el progreso”.
Difícilmente alcanzaremos la igualdad si no cambiamos el pensamiento, la conducta y nuestra propia actuación ante la brecha. Sentirnos todos parte del problema y asumir toda la responsabilidad, que es la habilidad de responder, por la solución. La lucha de la mujer no debería ser ni lucha ni exclusiva la mujer, debe ser una acción de la humanidad. No es una pugna entre hombres y mujeres sino un aliento a nuestro propio desarrollo. Pero el pensamiento que solo expone a “los demás” nada bueno deja.
Cantaba el genial Alberto Cortez, con su voz que persigue su acento y que nos recuerda que hay música que encierra protestas y otra que las libera: Nunca estamos conformes del quehacer de los demás / y vivimos a solas sin pensar en los demás, / como lobos hambrientos, acechando a los demás, / convencidos que son nuestro alimento, los demás. / Los errores son tiestos que tirar a los demás; / los aciertos son nuestros y jamás de los demás; / cada paso un intento de pisar a los demás, / cada vez más violento es el portazo a los demás. / Las verdades ofenden si las dicen los demás, / las mentiras se venden, cuando compran los demás; / somos jueces mezquinos del valor de los demás, pero no permitimos que nos juzguen los demás.
Que tremenda verdad, los demás existen cuando las cosas van mal. Mientras tanto lo nuestro es lo importante, el tiempo no es mas que mi tiempo. Ahora que estamos entre campañas debemos evaluar quien he hecho por los demás, quien conoce a los demás.
Sigue la sabiduría de García Gallo, mejor conocido como Alberto Cortez en su canción “Los demás”: Y olvidamos que somos, los demás de los demás; / que tenemos el lomo como todos los demás, / que llevamos cuestas, unos menos y otros más, / vanidad y modestia como todos los demás… / Y olvidando que somos los demás de los demás, / nos hacemos los sordos, cuando llaman los demás / porque son «tonterías» escuchar a los demás, / lo tildamos de «manía» al amor por los demás.
Y se pasa el tiempo, olvidando que somos los demás de los demás, de ahí lo cíclico del asunto, por eso la protesta se vuelve desesperada cuando pierde la esperanza en que el otro entienda. Sería muy diferente el mundo cuando sea la consciencia de los demás. No son las demás quienes protestan, somos todos o solo seremos los demás.