Por: Héctor Quintero Montiel
El nacionalista Modi se asegura un tercer mandato histórico en India tras una década de popularidad y polarización. Diez años después de que se convirtiera en primer ministro, Narendra Modi se declaró vencedor de las elecciones en India, aunque con una victoria más ajustada de lo esperado que le obligará a depender de sus aliados políticos.
Con el conteo aún en desarrollo, la alianza de partidos encabezada por Modi alcanzó el umbral de 272 escaños necesarios para formar un gobierno. Pero el partido nacionalista hindú BJP, del primer ministro, perdió su mayoría absoluta parlamentaria y se prevé que finalice las elecciones con 240 de los 543 escaños existentes, muchos menos que el objetivo de 400 escaños que se fijó durante la campaña electoral. Con esa derrota, el aire de invencibilidad de Modi también pareció desvanecerse por primera vez desde que asumió el cargo en 2014.
La coalición de oposición INDIA ha tenido un desempeño mucho mejor del esperado, consiguiendo 193 escaños hasta el momento en todo el país, con un resultado particularmente fuerte en el sur. Los resultados preliminares de esta elección, que arrancó el 19 de abril y se extendió hasta el 1 de junio, le dan a Modi un tercer mandato en el que tendrá que depender de sus aliados.
Cuando Modi llegó al poder en 2014, prometió progreso económico, el fin de la corrupción y la promoción del hinduismo como elemento central de la identidad india. Con todo ello, se presentó como un líder singularmente fuerte, capaz de reunir a sus seguidores para trabajar por la nación.
Esto contrastaba con el gobierno anterior. Antes de que Modi fuera elegido por primera vez, India llevaba 25 años gobernada por coaliciones. Los primeros ministros del Partido del Congreso, del Partido Popular Indio y de terceros partidos más pequeños se alternaban para dirigir India por comités. Modi rompió con esa tradición y lideró un nuevo sistema de partido único dominado por el Partido Popular Indio.
Como líder, Modi mostró poco interés en compartir el poder. Cuando invalidó la mayor parte del papel moneda de India en 2016, ni siquiera su ministro de Finanzas conocía la decisión de antemano. Cuando decidió imponer la ley marcial en Jammu y Cachemira, el único estado de mayoría musulmana de India, presentó el plan al Parlamento como un hecho, sin pedir su aprobación.
Los dos mayores partidos que han surgido como nuevos socios de coalición del Partido Popular Indio están liderados por N. Chandrababu Naidu y Nitish Kumar, legisladores veteranos a quienes se conoce como tecnócratas moderados. Es probable que ambos exijan más autoridad en el Parlamento. De hecho, ambos han sido señalados como posibles candidatos a primer ministro, si se produjera otra coalición que no estuviera liderada ni por el Partido Popular Indio ni por el Congreso Nacional Indio.
Al mismo tiempo, el partido avanzó en regiones que se habían resistido a Modi en el pasado. Perdió decenas de escaños en el estado septentrional de Uttar Pradesh, pero ganó muchos en el estado oriental de Odisha y en el estado meridional de Telangana. La única parte del país que ahora parece unificada por un partido es el “cinturón tribal”, que atraviesa los estados centrales. Sus comunidades relativamente pobres han sido hábilmente puestas en la mira de la política hinduista y los beneficios sociales del Partido Popular Indio.
Shiv Johri Patel, tejedor de saris expresó, «La única forma de prosperar es ser partidario del BJP (…) Aquellos que compran saris se han vuelto más ricos, y los que los fabrican (que son predominantemente musulmanes) se han vuelto más pobres», alega. Admite que tiene muchas preocupaciones, pero agrega que desde hace tiempo tenía claro a quién le daría su voto. «Modi ha hecho un gran trabajo. Bajo ningún otro gobierno los pobres obtuvieron tantas prestaciones sociales», afirma.
Esta nueva era en el Parlamento empezará seguramente con algunas rondas de retribuciones políticas. Los políticos que no hayan conseguido escaños para sus jefes serán despedidos. Es probable que los partidos más pequeños exijan puestos en el gabinete, lo que significará sustituir a miembros del Partido Popular Indio. Habrá que revisar las políticas, ¿Se inclinará India por la exportación de manufacturas, con el objetivo de sustituir a China como la fábrica del mundo? ¿Protegerá ahora a las industrias locales que temen la competencia extranjera? Son interrogantes que circulan entre los inversores y empresarios indios.
Milan Vaishnav, investigador de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, advirtió que India no puede volver exactamente a la política de coalición que precedió a Modi. Es probable que sus nuevos socios exijan un estilo autoritario similar al que Modi ejerce desde Nueva Delhi.
Con 73 años, Modi sigue siendo una figura muy popular, pero igualmente polarizadora, tanto en India como en el extranjero. Sus partidarios afirman que es un líder sólido y eficiente que ha cumplido sus promesas. Sus partidarios afirman que es un líder sólido y eficiente que ha cumplido sus promesas. Sus críticos alegan que su gobierno ha debilitado las instituciones federales y ha tomado medidas contra la disidencia y la libertad de prensa. También lo acusan de menospreciar a la minoría musulmana en el país, que, según dicen, se siente amenazada bajo su gobierno. «Modi tiene grandes admiradores y críticos. O te gusta o no te gusta», explica el analista político Ravindra Reshme.
Sólo el tiempo y las acciones que emprenda Modi en los próximos días nos dirá que sucederá en la India, la democracia más poblada de la comunidad internacional. Grandes contingentes de electores han sido convocados a sufragar, en México, la Unión Europea y próximamente en los Estados Unidos de América y mostraran con sus resultados y acciones posteriores si la democracia se afianza o sigue tambaleándose.