EL RESCATE DE MARCELA. Ridículamente, la gobernadora Layda Sansores San Román cree que todavía puede hacer algo por Marcela Muñoz Martínez. La secretaria de Protección y Seguridad Ciudadana (SPSC) y su mala relación con los campechanos fue la causante de la debacle de Morena en el municipio de Campeche y en los municipios del Camino Real.
Es decir, aunque a Layda y Morena el apuntalar a Marcela ya le costó una elección y la humillación política por parte de la alcaldesa Biby Rabelo de la Torre y Movimiento Ciudadano, a como dé lugar quieren restaurar el nombre, honor y virtuosidad de la guanajuatense ante los ojos de los ciudadanos.
Pero ¿por qué?
Si Layda tiene que mantener a Marcela en su puesto a como dé lugar, vaya usted a saber por compromisos con quién y de qué tipo, lo puede hacer sin mayor problema. De hecho lo ha venido haciendo. Si la gobernadora no removió ni un ápice a la secretaria de Seguridad durante los 104 días de huelga de los policías, con todo y las presiones políticas, la amplia cobertura mediática y las encuestas de percepción ciudadana que le confirmaban la impopularidad de sus decisiones en el tema del fallido operativo en Kobén, lo que a su vez le anticipaba lo que ocurriría en las elecciones, ya nadie cree que pueda ocurrir semejante cosa.
Pero mantener a Marcela al frente de la corporación de seguridad del estado es una cosa y otra muy distinta el mandarla a hacer labores sociales con la clara intención de tratar de limpiar un poco su imagen. Para lo primero, no tiene necesidad de lo segundo. Pero si hace lo segundo, definitivamente no es casualidad, algo se traen entre manos.
¿Cuál es el proyecto de Layda para Marcela?, ¿Qué es lo que quiere hacer con ella?, ¿Ahora de qué modo pretende imponérnosla?
El mayor problema de todo este asunto es que parece que Layda no entiende que no entiende: ¿Si Marcela nunca le cayó en gracia a los campechanos, por qué cree que ahora, después de tanto, puede hacernos cambiar de opinión?
La guanajuatense no cayó bien nunca, ni siquiera muy al principio, cuando se trató de usar su apariencia física (qué ironía, porque cuando criticas eso te conviertes en violentador político de mujeres en razón de género) para ganar la aprobación social, ni cuando llegó con sus colitas trenzadas, usó su pistola de cargo a la cadera o mostró sin pudor alguno su Ave Fénix en el vientre.
La primera señal de que Marcela nunca llegaría a ser la amada y admirada secretaria de Seguridad que Layda quería que fuera vino con el espectacular fracaso de Pedalea con tu Policía, ese programa inventado por Marce sobre el Malecón al que no llegó nadie nunca, salvo los pocos funcionarios públicos y burócratas que se dejaban intimidar con las amenazas del Gobierno del Estado.
Layda no entiende que no hay programa, labor, acción, ayuda social o cambio de look que vaya a modificar la opinión de los campechanos respecto a Marcela. Y sólo hay una explicación para ello: No queremos figurines ni proyectos políticos a cargo de la seguridad. Lo que queremos son resultados. Y Marcela ha quedado muchísimo a deber: No sólo no ha dado resultados, desde su llegada los delitos de bajo y alto impacto se han disparado enormemente y eso todos, pero todos lo sabemos.
Es decir, Layda puede poner a Marcela a repartir despensas, la puede mandar a achicar el agua en las colonias inundadas, puede ponerla a su derecha en todos los eventos públicos, pero cuando Marce aparece los campechanos no ven a la funcionaria sensible ni a la sufrida burócrata sino a la responsable de mandar a mujeres policías para ser violentadas en un fallido operativo en el penal de Kobén, a la responsable de que se disparen los índices delictivos y de criminalidad en el suelo campechano, a la culpable de que las familias hayan perdido la paz, a la funcionaria que prefirió perder toda una corporación policiaca que a unos colaboradores corruptos e ineficientes, a una persona que, con todo ello, pretende ser un compromiso político de Layda que la gobernadora está dispuesta a conceder e impulsar.
¿QUÉ HACER CON PABLITO? El otro proyecto en puerta para Layda es la construcción de una candidatura para quien será su sucesor o sucesora, lo que se ve color de hormiga. Si los primeros tres años ocuparon a Layda el echar a Movimiento Ciudadano de la capital, lo que evidentemente no logró sino que hasta permitió un avance de los naranjas, los siguientes tres años tendrá que pensar en su legado, en quién la va a suceder y,por tanto, a cuidarle sus espaldas. Y derrotada Jamile Moguel Coyoc y expulsados el gabinete los puruxistas Raúl Pozos Lanz y Renato Sales Heredia, a Layda Sansores parece que no le queda de otra más que voltear hacia Ciudad del Carmen: Pablo Gutiérrez Lazarus parece ser su mejor y su peor carta.
Es la mejor porque el único político bajo las siglas de Morena aventajado y posicionado es el alcalde de El Carmen. Es la peor porque Pablito es el más alejado a su proyecto y quien menos se ajustará a sus designios ya en el retiro.
Pablo primero fue alcalde con el Partido Acción Nacional, pero cuando el PAN dejó de garantizar el triunfo titubeó entre Movimiento Ciudadano y Morena, hasta que se decidió por éste último. Bajo las siglas morenistas volvió a ganar este 2024 y eso lo convierte en el mejor proyecto para las elecciones del 2027.
¿Estará dispuesta Layda a ceder el poder político a alguien que no pertenece a su círculo o se arriesgará con alguien de su grupo a quien todavía habría que construirle una candidatura?
Pero obviamente que Pablo, aunque sea el más aventajado, eso no significa que le garantice el triunfo, pues el carmelita podría ser fuerte en su territorio pero no es nada ni nadie en los municipios del Norte, Noreste y centro del estado. De hecho, nunca en la historia reciente un candidato carmelita ha ganado la gubernatura: Ni Jorge Rosiñol Abreu, ni Mario Ávila Lizarraga, ni Juan Carlos del Río, por remontarnos solamente hasta las elecciones de las últimas dos décadas.
Ese es el dilema de la gobernadora, que sigue cometiendo errores al subestimar a los campechanos, con todo y la lección que le dieron en las urnas. Ya veremos qué decide?
EL CAMINO SERÁ LA VENGANZA. El tema de los policías que esta semana anunciaron el fin de su huelga será algo que tendrá todavía muchas consecuencias. Es tal el odio y resentimiento que la gobernadora tiene con los policías rebeldes que ni siquiera respondió de manera oficial al planteamiento de los agentes y sólo mandó al dirigente estatal de Morena, Erick Reyes León, a burlarse de ellos en redes sociales.
Por esta razón se sabe desde ahora que el camino será la venganza. El gobierno de Layda Sansores no puede ni disimular el rencor. Para ellos, tan nublado que tienen el cerebro, si hay responsables de la pérdida del municipio y los siete distritos locales en las pasadas elecciones del 2 de junio, esos son los policías rebeldes.
Por ello los acusan de haber operado para Movimiento Ciudadano, pero esa es sólo una verdad a medias. Lo que Morena y el Gobierno no se atreven a explicar bien, es que no es que los policías en huelga, literal, hayan operado en favor de los naranjas, sino más bien que impidieron a los guindas realizar la operación política que Morena necesitaba para poder robar la elección. Es decir, para Layda, Morena no perdió porque los votos no le favorecieron sino porque no pudo operar con libertad para comprar, robar o tergiversar esos votos. Y de ellos los policías en huelga son culpables. Por eso dicen que operaron para MOCI.
Pero el camino pudo haber sido distinto. Como Gobierno, la prioridad deber ser siempre el bienestar ciudadano y una crisis policial nunca va a procurar ese bienestar. Por ello, la aceptación de la rendición, la recuperación de la sede de la SPSC y el devolver a los policías a las calles, que es donde pertenecen, debía ser la prioridad más allá de las vendettas políticas. Pero la que está al frente del Poder Ejecutivo no es una estadista, es una youtuber y showman dominada por el odio y la venganza.
El corazoncito de Layda no olvida pronto. De hecho no olvida nunca. Layda ya decidió, y será la venganza.