Por: Francisco López Vargas
Morena no tiene las formas que uno agradece o que dicta la política, para ellos la forma no es fondo ni el que se opone apoya, como decía ese viejo librito del quehacer político.
No son magnánimos en la victoria, creen que la mayoría les da la razón y el presidente se asume propietario del poder ya que el movimiento fue creado por él, lo siguieron a él y el autor de la elección de estado fue él y por él votaron. Lástima. Este jueves Xóchitl Gálvez presentó formal denuncia en su contra por su actuar como jefe de campaña y violar la ley en los comicios presidenciales.
Sin embargo, el mundo no funciona a golpes de capricho ni a sometimientos descabellados menos un país que, por muy independiente, se ha comprometido con sus socios comerciales y con otros países del mundo en acuerdos que deberían respetarse y que no se cambian a contentillo cada vez que al ejecutivo se le antoje o cambie de parecer.
Los días recientes hemos visto como Claudia Sheinbaum ha tratado de imponer su propio estilo en temas que le afectarán cuando tome posesión de la presidencia de la República. No la ha dejado quien se empeñó en hacerla candidata, en coordinar su campaña, en invertir dineros públicos en su promoción y su estrategia política, aún violentado la ley.
Ese librito de la corrección política no le sirve a los de Morena, menos a su presidente que necesita que se entienda que él manda y que cuando ya no esté, seguirá mandando.
Hoy, en México, la discusión no está en quien ganó la elección. No, Xóchitl Gálvez la principal adversaria y el segundo lugar de la elección ya dijo que no va a impugnar el resultado, pero si la manera cómo llegaron a ese escenario que condicionó y dirigió el voto a su adversaria.
Hoy, en México, la discusión es quien va a gobernar este país y si bien todos sabemos que el primer minuto de octubre la que tomará posesión es la ganadora, la gran duda es si quien la eligió dejará que sea la presidenta y tome sus propias decisiones como uno esperaría suceda pues para eso la eligieron 36 millones de mexicanos.
La historia nacional dice que el que llega se deslinda de su antecesor y quizá el más drástico haya sido el de López Portillo y Luis Echeverría que lo mandó a las islas Fiji como embajador para evitar que sus relaciones e influencias le complicaran su gobierno al que, después de todo, llegó sin oposición y como candidato único.
López Portillo se convirtió en el presidente más frívolo que ha tenido este país y a su amante la designó secretaria de Turismo, mientras a su hijo José Ramón le dio cargo en el gabinete -en el orgullo de su “nepotismo”- lo mismo que a su hermana Margarita a quien le entregó la dirección de Radio, Televisión y Cinematografía.
Hoy, en las dos semanas posteriores a su triunfo electoral, Sheinbaum ha tenido destellos de prudencia que se han estrellado para desaparecer ante la corrección que le ha hecho el propio presidente que pareciera tener prisa por terminar su plan C y con ello desaparecer a la Suprema Corte de Justicia y convertir a jueces y magistrados en políticos que tienen que ganarse el cargo en campaña más que por su conocimiento e imparcialidad jurídica por su popularidad y su militancia. Grave, si ese juez lo eligió tu vecino ¿cómo le pides que lo sancione? Es un tema de leyes y de hermenéutica jurídica no de simpatías ni militancias.
Esa lógica de que los jueces deben ser electos se parece a ese pensamiento común en Morena: somos mayoría luego la imponemos aunque no por ello tengamos razón y eso se traduce en la reedición de una Corte sometida al poder precisamente porque, al tener mayoría, Morena se dará el lujo de votarlos e imponerlos para temas que en ni un país del mundo opera, solo en la Bolivia de Evo Morales.
La concentración de poder del partido hegemónico era ofensiva al extremo de que fueron capaces de robarse la elección de 1988 mientras seis años antes compitieron por la presidencia sin candidato opositor, luego de que los mexicanos tuvimos que pagar en el gobierno de Miguel de la Madrid los excesos populistas de López Portillo y Echeverría más los estragos de los temblores de 1985 que fueron la gota que derramó el vaso.
En 1997 México finalmente logró imponer una mayoría diferente a la tricolor -luego del asesinato de Colosio y Ruiz Massieu- en el Congreso y en 1989 la primera gubernatura panista con Ernesto Ruffo Appel en Baja California. México se abrió a la democracia pero un segmento de la población lo consideró un cesión presidencial más que una consecuencia del desgaste de tantos años en el poder y de los votos ciudadanos.
Ahora, el que promovió las leyes electorales que fiscalizaban y evitaban el uso del presupuesto para ganar elecciones, para usar al aparato de gobierno como promotor de un candidato, los dineros en abundancia para sus propios correligionarios, no sólo operó electoralmente para ganar los comicios sino que impuso candidata, tiempos y abusos que la autoridad electoral se negó a vetar o, por lo menos, censurar como las mañaneras, convertidas en una fábrica de propaganda para su partido.
Hoy, como lo hacía el partidazo, Morena avasalló, se robó las plurinominales en una interpretación mañosa de la ley y ya hablan de cerrarle el paso a los diputados de minorías lo que representa una regresión democrática a los años 70´s cuando Jesús Reyes Heroles promovió el Cofipe, que le dio representación. De eso se trata la reforma electoral que proponen, de regresarnos al pasado y que López Obrador se convierta en el líder moral de quienes ocupen la presidencia. Algo así como el poder real, el que controla al pelele en la presidencia.