Por: Francisco López Vargas
Layda Sansores ha demostrado que hay que tener cuidado al hablar, no sólo por lo que se dice sino cuando lo dice y ante quien o quienes lo dice. Una alusión a las madres de los policías recrudeció una simple petición de renuncia que iba acompañada de un pliego petitorio.
El pliego petitorio no fue problema para la gobernadora que hasta les anexó bonos, rifas de motos, vacaciones y permisos pero como no fue a negociar con los policías para “cumplir caprichos” rompió la que se vio como una actitud de mesura que trataba de acreditar el arrepentimiento por lo que dijo y cómo lo dijo en su show político, mágico, musical Martes del Jaguar.
Ese programa vaya que ha metido en problemas a quien se niega a cumplir sentencias judiciales en su contra y que favorecen a sus adversarios políticos. De hecho en Expreso leerá hoy un recuadro en primera plana que enumera “un año y 253 días violando suspensiones de amparo dictadas por un juez”.
La titular del Ejecutivo trató de politizar una marcha provocada por un operativo fallido –antes se habrían dado tres, según los policías-, pero los mismos policías salieron de inmediato a corregirle la plana porque las manifestaciones han sido organizadas por la sociedad civil que se ha cuidado mucho de no involucrar a partidos políticos precisamente por la temporada electoral.
Las denuncias de los quejosos no sólo tienen que ver con la corrupción en el penal donde la directora cobra 10 mil por evitar los traslados de los reos, sino también los descuentos a los empleados policiacos a quienes se les descuenta el 3 por ciento de sueldo para financiar actividades de Morena y sus campañas.
En su desesperación por encontrar justificaciones, Layda ha intentado responsabilizar de las protestas a sus dos adversarios políticos principales: Eliseo Fernández Montufar y a Alejandro Moreno Cárdenas, porque en la marcha se ha visto simpatizantes y hasta legisladores de los dos partidos que contendieron en 2021 contra la hoy jefa del gobierno, como si ellos por militantes no fuera ciudadanos.
Todo sea dicho para evitar despedir a Marcela a quien favoreció desde su llegada a la entidad y modificó leyes que dejaron la secretaría de gobierno sin responsabilidad en el tema de seguridad, lo que ha provocado no sólo quejas de quien fue el secretario de Gobierno, Aníbal Ostoa, sino enfrentamientos con el Fiscal del Estado, Renato Sales Heredia.
Marcela goza de un trato preferencial de la gobernadora: dos de sus hijos convertidos en funcionarios –la de Carmen ya fue despedida de su encargo en la policía- pero el joven sin experiencia llegó a ser vicefiscal gracias a una recomendación de su mamá y a una orden de la jefa de todos.
Las manifestaciones que hemos visto en Campeche me recuerdan las de 1997 cuando el equipo de Layda trató de intimidarnos en el periódico El Sur hasta donde llegaron unos encapuchados que más que robar la venta del día trataron de intimidar a quienes ahí colaborábamos con una línea editorial que no era del agrado de ella y sus seguidores.
Los reporteros que cubrían los eventos de Layda teníamos que cambiarlos con frecuencia porque la “seducción” de la candidata era mucha al extremo que al que escribe le ofreció ser su amigo “porque con mis amigos hago buenos negocios”, le dijo al autor de la columna mientras caminaban por el rumbo de la estación antigua reflexionando sobre la juventud de quien cubría sus eventos.
Hoy, quien se quejó de que la espiaban, espía; quien se quejó de represión, reprime; quien se quejó de la corrupción, desvía el presupuesto que en tres años no ha servido para obras, para mejoras, y sí del reparto clientelar de recursos condicionados a que se hable maravillas –que no se ven- del gobierno y de la 4T.
Ante el fracaso absoluto del gobierno de Morena y de su presidente López Obrador, Campeche ha visto su descenso a los últimos sitios de desarrollo económico, a su desplome en economía con una tasa de desempleo que supera la nacional y una atracción de inversiones que no se ve y no aparece en los planes del gobierno. Layda replica al presidente: un gobierno de fracasos.
Hoy, cuando la población salió a exigirle respuestas, Layda evade la petición y deja claro que ella no está en la entidad para cuplir caprichos de nadie, sólo los de ella y los de Marcela, claro!
El gobierno ha cosechado con denuedo el repudio social. Infames insultan a quienes no los apoyan y condicionan contratos y ayudas de gobierno a una militancia que quieren imponer hasta a los trabajadores de gobierno que tienen una vida en la burocracia.
Pasan lista, sancionan las faltas, presionan y condicionan no sólo las acciones de gobierno sino la militancia de una sociedad que evalúa, que ya no hace lo que les exigen y que votará según le convenga o según le convenzan.
Mentir se ha convertido en el denominador común de los gobiernos de Morena; mentir es algo que se hace para desacreditar opositores; mentir para vender éxitos y logros que nadie ve, pero que quieren convencer que ahí están.
Layda jamás ha sido una demócrata, su idea de la democracia es si ella y los suyos ganan los comicios, pero tampoco reparan en violentar las normas, en violar la ley y en usarla a contentillo. Han sido capaces de inventar delitos, de falsificar testigos, de falsear testimonios, bueno han sido capaces de inventar un gobierno de éxito, ese que sólo ellos ven, pero que la sociedad se encargó de devolverlos a una realidad que no es la alterna en la que ellos viven.
La sociedad les va a cobrar la farsa, les va a cobrar la pauperización de Campeche, pero les va a cobrar más la ausencia de seguridad y la ausencia de resultados. De eso va la elección de 2024: será una revocación de mandato y si se roban los comicios, el escándalo será mayúsculo porque eso se permitía en el siglo pasado, pero hoy la sociedad ya despertó y tiene claro que son los que mandan y ellos los que obedecen, aunque no les guste.